domingo, agosto 21, 2005

¿Peces de colores?

Dicen que los peces de colores solo tienen tres segundos de memoria. Cada vez que dos peces se ven es como si fuera la primera vez. Se olvidan de todo lo que vivieron y empiezan de nuevo: “−Hola, ¿qué tal? Soy Nemo, eres preciosa. ¿Damos una vuelta por la pecera?”−. Juntan sus pequeñas boquitas y zas, se acabó el tiempo. Pero no importa, hay más pececitas hermosas en la pecera… ¡Eso si que es vivir bien! ¡O no!

Las personas solemos parecernos bastante a los peces de colores, no obstante, nuestra memoria dura un poquito más: dos semanas, tres meses o incluso años. Pero lo más importante: ¿Por qué nos cuesta tan poco aparcar nuestra anterior relación y empezar otra sin problemas? ¿Será que también perdemos la memoria? No lo creo… Debe haber algo en nuestro coco que nos incite a seguir descubriendo sin estancarnos en el pasado. Quizás una fuerza interior de supervivencia. O quizás un instinto humano. Sea como sea, ¡me gusta! Me tranquiliza pensar que no vamos a necesitar tres meses para asimilar una compleja relación de seis o que incluso el día después de romper podamos cruzarnos con quien será nuestra nueva pareja durante un año más.

Hasta aquí, todo perfecto. ¿Pero qué pasa con nuestro ex (pareja, rollo, amante…)? ¿Y con las fotos de la pared? ¿Realmente nos olvidamos de todo? El hecho de que nuestra memoria abarque un poco más que tres segundos, es lo que nos hace retener al otro durante un tiempo. Hay quienes necesitan muy poco para borrar lo vivido pero también los hay que lo archivan en su cabecita y no lo borran nunca más. En cierto modo, los peces no son tan afortunados. Cierto es que pueden acostarse mil veces sin sentir sentimiento o remordimiento alguno pero… ¿Qué gracia tiene tener solo 3 segundos de memoria? ¿Y no conservar ningún recuerdo? Ni siquiera el primer beso…

En todo caso, lo que está claro es que los humanos aliviamos el dolor y la melancolía con alguien nuevo. Nosotros, como los peces, es como si cada vez que conocemos a alguien, diéramos carpetazo a lo anterior y nos engancháramos con la misma emoción e intensidad de la primera vez a eso que se llama amor, feeling o sexo. Y además, a diferencia de ellos, podemos permitirnos el lujo de retener el pasado. Si es que… ¡el hombre no deja de sorprenderme!

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