viernes, septiembre 16, 2005

El Bar "no tengo"

Mi pueblo (muchos osan llamarle ciudad – apoyándose única y exclusivamente en el número de habitantes-) es bastante turístico. Dicen que antes nos visitaban más extranjeros y que esto ya no es lo que era. Todos menos yo se preguntan por qué, ¡inocentes! ¿Cómo no se dan cuenta de algo tan obvio? El servicio en los bares, señores, ya no es lo que era. Sí, sí, el servicio en los bares. Ya no importa el número de museos que tenga un pueblo o la calidad de las playas; el kit de la cuestión está en esas terracitas y en esos locales dedicados plenamente a satisfacer los deseos de la gente.

Era domingo por la mañana, un día precioso, mucho calor y la playa delante. Servidora decidió tomarse unos minutos de pleno relax antes de un banquete (qué graciosos estaban, ella de blanco y con cola, y él con un esmoquin negro) y disfrutar, por qué no, de los servicios que reciben los pocos alemanes e ingleses que quedan por aquí. La terraza prometía.
- Hola
- -
- Yo tomaré una Cola Light y ella…
- No tengo
- ¿Ah no?
- -
¡Dios mío, con qué cara me miro el camarerito de los cojones (perdón)! ¿Qué piden las chicas jóvenes de hoy? ¿Lights, no?? ¡Está claro! ¡0 calorías van de lujo para el cuerpo! ¡Y anda que no la beben las guiris! En fin…
- Pues una Cola normal
- -
Levanta la cabeza del blog y mira con cara de perro a mi acompañante – solo eran las 2 de la tarde, no llevaba ni medio día trabajando y encima éramos dos chicas.
- Yo, una horchata
- No tengo
- ¿No tiene horchata?
- Granizado de café o limón
¿Por qué eso sí y horchata no? ¡Pero si es entre las tres bebidas la que más atrae a los turistas cunado vienen a España! Y a nosotros los valencianos, ¡ya ni te cuento! En fin…
- Pues otra cola
- Nos pondrá también una olivas
Al cabo de un rato vuelve, nos sirve y nos deja las aceitunas de mala gana. ¡Qué ricas, apetecen bastante con este calor! ¿Cómo? ¿No hay palillos? A ver que…a mi me da igual, que yo no soy escrupulosa, pero… ¿esta terraza presume de tener categoría, no? Pues nada… Menos mal que solo somos dos y no habrá demasiada concentración de dedos.
Tampoco hay servilletas; saca los pañuelos, ¡anda!
Solo le falto gritar desde el interior del bar “no tengo”. En fin…

Pedimos la cuenta, pagamos (7 euros, creo) y nos vamos.
¿Propina? No tengo.