martes, enero 09, 2007

Pequeña muñeca de porcelana
de piel blanca y suave
como la seda,
en esta noche fría de invierno
prefieres la oscuridad
al amparo de tu luz,
sombras fantasmales
a la nitidez de cuanto te rodea.

Tumbada en la cama
algo escondes bajo las sábanas;
te delatas: tan pálida y silenciosa.
Casi moribunda, permaneces erguida,
con la cabeza ladeada,
fícica y moralmente abatida.
Solo tu corazón se mueve y
solo sus latidos se oyen en la habitación, triste.
En vano aprietas tus manos contra el pecho,
es que no te das cuenta?

Esos setimientos que guardas dentro
no entienden de muros, ni fronteras.
Nacieron para ser expresados
y con el aire volarán
hasta encontrar bajo otras sábanas
el cuerpo afligido y callado
que te sigue esperando,
todavía con la luz encendida.
Cuando lo hagan, justo entonces
volverás por fin a la vida.

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